Javi es un muchacho menesteroso que padece de una enfermedad mental (conocida comúnmente como locura), desde que lo conocimos vive en las calles, alguien lo abandonó ¿acaso por la enfermedad que padece?, es un muchacho tranquilo, casi nunca pide nada, la gente caritativamente le provee sus alimentos y vestimenta. Algunas veces cuando se siente ofuscado, bota la basura que pocas personas dejan irresponsablemente en las afueras de sus viviendas o las dejan en las esquinas, aun sabiendo que el camión recolector no va a pasar, por no ser la hora indicada, aunque muchas veces este vehículo no aparece sin que los responsables comuniquen el porqué; otras veces Javi arranca las plantas, orina en la pista y estas acciones con razón o no molesta a los vecinos.
Anteriormente habían buenas personas que lo bañaban ¿no sé cómo lo hacían? Pero Javi aparecía bien aseado y afeitado, muy limpio, esto ya no sucede desde que inició la pandemia.
Seguramente ustedes se preguntarán ¿y las autoridades que tienen que ver con la salud pública? Pues simplemente no existen, para ellos Javi es invisible, muchos han contestado que no es su problema. Saben que Javi necesita ayuda, debe de ser internado en un centro psiquiátrico de manera urgente, pero no; se lavan las manos como Poncio Pilatos, (sé que él necesita ayuda, pero que otros lo hagan).
El rostro de Javi
Él te mira con extrañeza, balbucea algunas palabras, muchas veces tiene la mirada perdida, pero cuando está de buenas ganas sus ojos se iluminan, brillan como agradecido por lo que recibe, Javi es el muchacho de la mirada triste, no sé si estoy llegando a extremos, pero en él, alguna vez me ha parecido ver el rostro de Jesucristo golpeado y cargando su cruz lleno de lamentos y sufrimientos, tal vez sea el rostro de muchos inmigrantes que viven el mismo calvario seguramente amándonos y diciendo: “Señor perdónalos, porque no saben lo que hacen”
Los días de Javi
Javi sentado al borde de la vereda espera sus alimentos que algunas personas caritativamente les alcanzan, él come lo que puede hasta saciar su hambre, luego lo que le queda lo comparte con los perros callejeros que al parecer ya saben a qué horas es el momento de comer y cuando no hay nada se van; pero allí no queda todo, acto seguido aparecen los pajaritos y palomas que comen de las sobras de Javi y de los perros, luego de todo ello Javi se pone a descansar.
Para reflexionar. Mateo 6:26
“Miren las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros, y sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No son ustedes de mucho más valor que ellas?
Las noches de Javi
Después de haber cenado lo que encontró o lo que pudo, Javi desenvuelve y extiende su precaria frazada, se acuesta en el piso al borde de la vereda y se tapa desde los pies hasta la cabeza, muchas veces no faltan algunos perros intrusos que quieren compartir su lecho, de repente para acompañarse en su soledad o para calmar el castigador e inhumano frio de la noche.
Las madrugadas de Javi
Muchas de ellas atormentan a Javi, principalmente cuando llueve, se pone de mal humor, pues él debe de dejar el lugar donde duerme y se pasea de esquina a esquina, para que la poca ropa que lo cubre se seque. Esto sí que es terrible, porque en esos momentos el buen Javi se parece a un pajarillo que se mojó sus plumas y por eso no puede volar. Dios mío que impotencia el no poder hacer nada, su frio me traspasan mis pies y mis rodillas, por más que me abrigue, es un frio penetrante muy extraño, no lo puedo contener. Así es la vida de Javi un ser humano que necesita de nuestro apoyo para que pueda curarse o vivir como un verdadero ser humano y no como un animal metido en una jaula imaginaria condenado a terminar sus días en ella.
Juan José Almeyda Sung | Profesor – Comunicador Social
Huarmey 02/08/ 2021