El Ministerio de Cultura declaró Patrimonio Cultural de la Nación a la danza Saya wanka de la provincia de Aija, departamento de Áncash y destacó que este baile mantiene vigente la tradición cultural y la memoria colectiva de este pueblo.
Así lo establece la Resolución Viceministerial N° 000229-2021-VMPCIC/MC publicada hoy en la separata de Normas Legales del Diario Oficial El Peruano.
La norma precisa que se declara Patrimonio Cultural de la Nación a la danza Saya wanka por constituir un mecanismo que mantiene vigente, a través de la tradición oral y la representación coreográfica, la memoria colectiva del pueblo de Aija en torno a la antigua veneración a las wankas o huancas y la celebración de las cosechas.
Subraya que la danza grafica procesos de reconfiguración y adaptación de prácticas culturales originarias a nuevos contextos históricos, todo lo cual la ha convertido en una versión local de una categoría de danzas ampliamente extendidas por la región nor-andina y que confiere a la provincia de Aija un profundo sentido de identidad y distinción.
La Resolución encarga a la Dirección de Patrimonio Inmaterial, en coordinación con la Dirección Desconcentrada de Cultura de Áncash y la comunidad de portadores, la elaboración cada cinco años de un informe detallado sobre el estado de la expresión declarada, de modo que el registro institucional pueda ser actualizado en cuanto a los cambios producidos en la manifestación, los riesgos que pudiesen surgir en su vigencia, y otros aspectos relevantes, a efectos de realizar el seguimiento institucional de su desenvolvimiento y salvaguardia, de ser el caso.
En los considerandos de la Resolución Viceministerial se precisa que se otorga este reconocimiento a solicitud del alcalde de la Municipalidad Provincial de Aija, Pedro Moisés Roque Ita y se sustenta en el informe elaborado por la Dirección de Patrimonio Inmaterial del Ministerio de Cultura que recomendó declarar como Patrimonio Cultural de la Nación a la danza Saya wanka de Aija, una provincia donde el 41.61 % de su población es quechuahablante y el 40 % se autoidentifica étnicamente como quechua, de acuerdo al censo elaborado por el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) en 2017.
El informe recoge los relatos de tradición oral local que asocian el origen de la danza Saya wanka con el origen del nombre de la provincia, Aija, así como con festividades vinculadas con el calendario agrícola. En específico, se indica que la actual Saya wanka habría derivado de una danza denominada Aixa burr practicada por los ayllus de Pachacamashca y Shipsheq que habitaban en la zona, y que representaba las confrontaciones entre grupos étnicos locales.
Asimismo, y de acuerdo a la tradición oral local, esta danza era practicada durante la celebración de la carua mita o carguanmita en época de cosecha, marcada por el solsticio de invierno.
Al respecto, la pocoy mita y la carua mita fueron las dos festividades indígenas de mayor importancia en la zona y que se mantuvieron vigentes hasta la segunda mitad del siglo XVII, época en la que empezaron a ser asimiladas dentro de las celebraciones católicas de Todos los Santos y del Corpus Christi.
El informe subraya que a través de estas festividades se reprodujo el culto a las wankas o huancas, grandes ídolos de piedra en los que de acuerdo a la cosmovisión local residían las divinidades tutelares. La existencia de estas celebraciones en zonas cercanas a Aija quedó documentada en un testimonio recogido por el licenciado Don Bernardo de Novoa en 1657, en el que una campesina indígena residente en la vecina provincia de Recuay mencionó los nombres de las dos principales fiestas de la zona: la Pocoi mita y la Carua mita. Los relatos de tradición oral también apuntan a una posible relación entre la actual danza Saya wanka y el ritual de paso incaico del huarachicuy, asociado al festejo del Inti Raymi y por ende a la celebración del año nuevo andino en el solsticio de invierno.
Sostiene que estos elementos afianzan la relación histórica y simbólica de la danza Saya wanka con la veneración a las wankas y la celebración de las cosechas, lo que cobra mayor coherencia si tomamos en cuenta que la danza solía representarse durante la festividad del Corpus Christi en Aija. Dicha festividad mantuvo vigencia hasta los años de 1940, período en que debido a la cercanía con la festividad del patrón San Santiago y el deterioro económico de la región se optó por celebrar solo la segunda. En ese contexto, y con el afán de mantener la danza Saya wanka, el pueblo aijino la trasladó al aniversario de su creación política cada 30 de agosto.
Agrega que la capital de la provincia de Aija es el principal ámbito geográfico donde se practica actualmente la danza Saya wanka. Sin embargo cabe mencionar que, según testimonios locales y material audiovisual disponible en línea, también se representa en los caseríos de Dos de Mayo y San Ildefonso ubicados en el distrito aijino de La Merced.
Sobre la danza
El documento refiere que se trata de una danza relacionada a la veneración de las wankas o huancas, piedras o monolitos sagrados de importante valor simbólico que, en su mayoría, son o fueron practicadas en el contexto de la celebración de la fiesta del Corpus Christi. Sus danzantes suelen representar a guerreros relacionados con grupos étnicos locales, y usualmente divididos en grupos que se enfrentan ritualmente durante la danza.
En esta categoría de danzas, la Saya wanka de la provincia de Aija adquiere características particulares en virtud de su coreografía, su vestimenta y significados locales adscritos.
Precisa que la comparsa de la danza Saya wanka de Aija está integrada por cuatro danzantes varones, quienes representan a los cuatro barrios que componen actualmente la ciudad de Aija: San Cristóbal o Chuchún, Jerusalén o Roqna, Buenos Aires o Quircán y Praga o Kirúm. Cabe señalar que, siguiendo los relatos de tradición oral local, los nombres en quechua de estos barrios corresponden a algunos de los ayllus que solían existir en esta zona y que fueron reducidos en el pueblo de Santiago de Aija tras la llegada de los españoles.
En tal sentido, el enfrentamiento ritual escenificado a través de la danza Saya wanka permite también fortalecer el vínculo de la población local con la memoria colectiva de sus antepasados.
Los cuatro danzantes centrales de la danza Saya wanka son acompañados por el personaje del negro, el que adopta una actitud lúdica desplazándose libremente entre los primeros a medida que ejecutan la coreografía de la danza. Este personaje habría sido incorporado de manera posterior a la danza y como parte de procesos de mestizaje. No obstante, cabe mencionar que este guarda semejanzas, a nivel de vestuario y representación, con el personaje del chiwa sapra dentro de la Pluma danza de la provincia de Huaylas. Finalmente, la comparsa de Saya wanka se completa con la presencia de un intérprete de pinkullo y wankar, que acompaña a los danzantes.
Vestimenta de los danzantes
El informe indica, además, que los cuatro danzantes principales de Saya wanka visten camisa blanca y chaleco de color negro bordado con patrones geométricos en forma de zigzag. Sobre la espalda llevan una pañoleta morada o violeta que se sujeta del chaleco a la altura de los hombros, punto donde también pueden observarse tres espejos en forma de estrella de los que cuelgan cintas largas de colores.
A la altura de la cintura visten dos polleras blancas que van recubiertas por la saya, falda de color negro o azul marino decorada en su borde inferior con bordados similares a los del chaleco y que cuenta con una apertura al medio que permite apreciar las polleras blancas. Esta prenda es de especial importancia para la danza al darle su nombre característico. En la cabeza llevan un sombrero cuya copa va decorada con un espejo en forma de estrella colocado en la parte frontal así como cintas de tela bordadas con motivos fl orales, las que sirven a su vez para sujetar la distintiva corona de plumas de pavo real.
El vestuario incluye también una serie de implementos como cascabeles de bronce atados en la parte baja de las piernas de cada danzante, y que brindan una sonoridad adicional a sus pasos durante la ejecución de la coreografía. Sin embargo, los más distintivos son el garrote y el broquel, cuyo uso como armas ofensivas y defensivas remiten al carácter guerrero que se atribuye a la danza.
El garrote consiste de una vara gruesa de lloque de aproximadamente medio metro de largo, forrada con lanas de colores. El broquel, por otro lado, es un pequeño escudo cuadrado hecho de cuero. Cabe señalar que el garrote y el broquel se sujetan siempre en las manos derecha e izquierda, respectivamente.
En cuanto al personaje del negro, este viste con botas negras, camisa blanca, pantalón blanco de montar, y chaqueta o saco de color negro. Su atuendo se completa con una máscara negra de cuero que cubre el rostro de quien representa al personaje, así como un sombrero hecho con la piel disecada de un zorrillo. Adicionalmente, porta una vara denominada chicotillo que es similar al garrote portado por los danzantes principales, aunque de un menor grosor.
El intérprete de pinkullo y wankar, por otro lado, viste con un sombrero de lana, poncho de color nogal, sandalias de cuero y una piksha, pequeña bolsa empleada para llevar hojas de coca.
Coreografía de la Saya wanka
La coreografía de la danza Saya wanka se compone de una secuencia de trece mudanzas denominadas calle, plaza, ronda, cuadro, maniconiada, cuerpo, cruzada, ataque, broquel, garrote, espaldas, de frente y columna. Estas son ejecutadas por los cuatro danzantes principales mediante movimientos en columnas, en círculos, o en parejas, escenificando un enfrentamiento mediante el constante choque de sus garrotes y broqueles.
En paralelo, el personaje del negro hace una serie de movimientos libres, serpenteando entre los demás danzantes pero sin entrar en confrontación directa con ellos. Durante todo el tiempo que toma la representación de las mudanzas, la comparsa de danzantes es acompañada por la música de un pinkullo y un wankar, instrumentos melódicos y rítmicos respectivamente que son ejecutados al unísono por un mismo intérprete.
El pinkullo se confecciona con palo de aliso, contando con cinco orifi cios en la parte anterior y uno en la parte posterior, así como una embocadura con forma de pito conocida localmente como shullún. El wankar, tambor de 70 centímetros a un metro de diámetro, se elabora con una estructura de corteza de maguey a la que sujeta dos parches de cuero. El parche inferior es atravesado por una cuerda o bordón a la que se cosen espinas de cactus, las que generan un efecto de sonido vibratorio al momento de tañerse el instrumento.
El informe del Ministerio de Cultura subraya que este tipo de patrón instrumental está bastante extendido en el área andina, adoptando distintas denominaciones de acuerdo a la región como pitureros en Huancavelica, roncadoras o chirocos en Áncash, y cajeros en Huánuco y Cajamarca.
La resolución viceministerial lleva la firma de Leslie Carol Urteaga Peña, viceministra de Patrimonio Cultural e
Industrias Culturales.